Monday, 15 July 2019

“Marx y Hegel. Contribuciones a una relectura”: Roberto Fineschi


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“Marx y Hegel. Contribuciones a una relectura”: Roberto Fineschi

Reproducimos la traducción del libro de Roberto Fineschi “Marx e Hegel: Contributi a una rilettura” editado por Carocci.
Introducción
  1. Premisa
El estudio que presento es la continuación orgánica de una investigación iniciada hace algunos años que ha dado sus primeros frutos en el volumen aparecido bajo el título Ripartire da Marx. Processo storico de economia politica nella teoria del “capitale”. Teniendo en cuenta este vínculo explícito, nos valdremos aquí de las mismas tres premisas de carácter general introducidas entonces.
En la entrada Karl Marx para el diccionario enciclopédico Granat, Lenin escribía: “El Marxismo es el sistema de las concepciones y de la doctrina de Marx” [Lenin (1914): 9], prosiguiendo con una exposición de los principios generales y concluyendo con un capítulo sobre la táctica del proletariado. Ciertamente, no pretendo pronunciarme aquí sobre Lenin como personaje histórico, político o como pensador; limitándonos a esta afirmación, creo que se puede sostener que él opera una interpretación que después se hizo propia de toda una tradición, a la que incluso pertenecían los opositores de Lenin. Definiré el marxismo más propiamente como “una praxis política inspirada en la concepción y la doctrina de Marx”. Pero la teoría del modo de producción capitalista elaborada por Marx no es – ni pudo ser – inmediatamente una teoría política; se trata más bien de la reconstrucción, a un altísimo nivel de abstracción, del funcionamiento de la sociedad burguesa de la época, que implica líneas de tendencia, formas de movimiento, pero no una política inmediata. Esto no niega la explícita toma de partido de Marx, ni que se pueda utilizar su teoría con finalidades políticas, pero es necesario establecer: (i) que la política, colocándose a un nivel de abstracción muy bajo, para ser alcanzable necesita de una serie de teorías que el Moro no desarrolló, (ii) que, por tanto, la política no tiene que ver tan solo con las formas – que representan el objeto esencial de las teorizaciones de Marx – sino con las “figuras”, que son aquellos sujetos que en las subperiodizaciones de cada época encarnan las formas del movimiento. De este modo, por poner un ejemplo, el “obrero masa” fue legítimamente considerado una figura de movimiento de la sociedad capitalista, pero la forma de tal movimiento funciona en otras fases con otras figuras, precisamente porque no hay identidad entre forma y figura. Así, aunque en política Marx se dirigiese a los obreros de las fábricas, esto no agota el espectro de aplicabilidad de su teoría. Si, por una parte, se gana en amplitud, por otra se pierde en precisión. [1] Más en general, si sostenemos que a nivel político se actúa inevitablemente con las figuras, una cosa es la táctica y otra la teoría del modo de producción como fase de época.
De este modo, Marx y el marxismo no pueden ser la misma cosa, y además resulta inevitable hablar de “marxismos” en plural. [2] Estos tienen su dignidad histórica y, para bien o para mal, representan momentos importantes –sino imprescindibles en ciertos casos– de la historia reciente, pero debemos prestar atención para no caer en equiparaciones engañosas. Los objetos de investigación son, de hecho, dos. No se debe, por otra parte, cometer el error opuesto, es decir, creer que no sea lícito establecer cómo los diversos marxismos fueron fieles o no a las indicaciones dadas por Marx: que no exista identidad entre forma y figura no significa que cualquier tentativa de aplicación política sea correcta. Como siempre, es necesario mostrar las mediaciones (o eventualmente la ausencia de estas).
Además de la distinción entre la teoría del Moro y el marxismo, el segundo acontecimiento que permite cambiar la perspectiva interpretativa es la nueva edición histórico-crítica de las obras completas de Marx y Engels, la Marx-Engels-Gesamtausgabe (MEGA²). La publicación se inició en 1975 a cargo del Instituto de Marxismo-Leninismo de Berlín y Moscú. Con el colapso del llamado “socialismo real” y la desaparición de estas instituciones, con tal de garantizar la continuación se creó, en 1990, la Fundación Internacional Marx-Engels (Internationale Marx-Engels-Stiftung – IMES – con sede en Ámsterdam y secretaría en la Academia de las Ciencias de Berlín y de Brandeburgo, donde la MEGA-Abteilung tiene la responsabilidad principal en la realización del proyecto). En su interior aparecieron una serie de textos inéditos – o editados anteriormente de forma filológicamente dudosa – fundamentales para una correcta comprensión del pensamiento de Marx, sobre todo por lo que respecta a la teoría del “capital”. [3]
Finalmente, de forma paralela a la publicación de la edición, se ha desarrollado un intenso debate entre los editores y diversos estudiosos, principalmente en lengua alemana, que ha dado interesantes frutos; esto coloca la base de un nuevo contexto interpretativo, filológicamente más crítico con la obra de Marx y Engels [para un informe cfr. Fineschi (2002b)].
2. Por una periodización del pensamiento marxiano
Establecer una periodización en el pensamiento de Karl Marx significa, inevitablemente, hablar de la elaboración y de la génesis de su obra más importante, gracias a la cual ha pasado a la historia del pensamiento, no solo filosófico: El Capital. [4] Esta afirmación no pretende menospreciar otros aspectos de su trabajo, sino tan solo confirmar que estos son teóricamente relevantes porque hallan soporte (si no lo hallan, caen) en la obra teórica fundamental de su autor. Sin El CapitalMarx hubiese tenido el mismo fin que muchos otros autores de la Izquierda hegeliana: ser mencionado en la historia de las ideas principalmente con relación a la obra de otros autores. [5]
A finales de 1843, entre Bruselas y París, Marx inició su propio estudio “económico”. Para evaluar el grado de madurez de su reflexión en aquel periodo, además de los Manuscritos económico-filosóficos del ’44 (republicados en MEGA² sección I, vol. 2), son de notable interés los cuadernos de extractos y notas que datan de ese periodo (aparecidos por primera vez en la sección IV de MEGA²). De la confrontación de esta amplia serie de textos resulta que los célebresManuscritos económico-filosóficos del ’44 no pueden ser considerados como una obra “planificada”: si no se los contextualiza y se los pone al mismo nivel que el trabajo de estudio y anotaciones que Marx desarrolló paralelamente en sus cuadernos de apuntes no se comprende su naturaleza. Rojahn ha comentado eficazmente:
Los Manuscritos del ’44 no deben ser considerados una entidad distinta, aislada, de los cuadernos de apuntes de aquel periodo. Las diversas partes de estos manuscritos no constituyen una “obra” verdadera y, basada en estudios precedentes, reflejan más bien diversos niveles de un proceso, el desarrollo de su pensamiento que, procediendo en aquel periodo repentinamente, era alimentado por continuas lecturas. Mientras Marx hacía sus extractos de citas (Exzerpte) más o menos naturalmente volcaba allí sus pensamientos. Esto sucedía alternativamente en los manuscritos y en los cuadernos. Solo el conjunto de estas notas, visto como una secuencia de extractos, comentarios, sumarios, reflexiones, e incluso extractos acompañados de ulteriores reflexiones, nos da una idea adecuada de cómo se desarrollaron sus concepciones [Rojahn (2002): 31 (trad. RF)].
La importancia de este texto, que tanto ha pesado sobre la exégesis marxiana del siglo XX, resulta por lo tanto redimensionada; un límite de fondo – no solo editorial, sino científico tout court de quienes lo publicaron – es haber considerado “obra” un texto en el que la distinción entre extractos y borrador no parece una cosa tan firme. Por otro lado también Rolf Hecker, importante filólogo y durante mucho tiempo miembro del equipo editorial de la MEGA, mostró cómo los escritos de aquel periodo acreditan inequívocamente que los conocimientos económicos de Marx eran mediocres: sólo estaba “aprendiendo” de los clásicos, lejos todavía de su crítica y superación [Hecker, (2002): 51].
A la espera de los resultados editoriales que se obtendrán tras la publicación de las otras obras de juventud, podemos referirnos a los estudios preparatorios realizados en su momento en la Unión Soviética y la Alemania Democrática. En referencia a La ideología alemana, sabemos por motivos diversos que funciona del mismo modo que los Manuscritos del ’44, es decir, que no se puede hablar de una “obra concebida”. De las cartas aparecidas en el 1º y 2º vol. de la III sección de la MEGA² emerge que el texto publicado con este título sería en realidad un conjunto de artículos periodísticos de Marx y Engels escritos para una futura revista cuatrimestral jamás realizada. Además de los artículos propios, también había otros materiales que habían sido recolectados para la revista, justo antes de renunciar al proyecto vista la imposibilidad de hallar editor. Los textos fueron devueltos a los autores (pero no todos; algunos de ellos, de Hess para ser más precisos, terminaron en La ideología alemana) y solo entonces Marx y Engels pensaron en asumir una publicación autónoma. [6]
Por otras vías, diversos filólogos han sostenido que con La ideología alemana Marx llegó a desarrollar el concepto clave de “modo de producción” y la noción elemental de la dialéctica de fuerzas productivas y relaciones de producción. Walter Tuchscheerer sostiene:
A diferencia de los Manuscritos económico-filosóficos y de los cuadernos de extractos de 1844 en los que no se distinguía todavía entre los diversos modos de producción…en La ideología alemana Marx y Engels han llegado ya al concepto de modo de producción. Muestran que los diversos modos de producción están caracterizados por la “forma de la propiedad” o relaciones de producción históricamente diversas que corresponden cada vez a un determinado grado de desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad. Marx y Engels demostraron también que a cierto punto de desarrollo de las fuerzas productivas las relaciones de producción devienen un obstáculo para su desarrollo ulterior y entran en contradicción con las fuerzas productivas de la sociedad. Esto lleva a colisiones en la historia, todas con “origen en la contradicción entre las fuerzas productivas y la forma de relaciones”. [7]
Este mismo autor sostenía, por otra parte, que la elaboración de la teoría marxiana de la mercancía y del capital no alcanza una forma estructurada antes de 1857. [8] Siendo así las cosas, parece más apropiado hablar de “intuiciones” de esta categoría, en cuanto que su efectiva explicación no se pudo hallar más que con la teoría desarrollada del modo de producción capitalista. De lo contrario, existe el riesgo de caer en abstracciones históricas meramente conceptuales – pensando en las interpretaciones de algunas partes familiares del Prefacio de Para la crítica de la economía política o las Tesis sobre Feuerbach – tan perspicaces cuanto esquemáticas y reductivas. [9]
Según los filólogos más acreditados, en la Miseria de la filosofía Marx no superó determinados límites de la teoría ricardiana [cfr. Tuchscheerer (1968): 222 ss.; Vygodski (1967): 10 ss.; Jahn/Nietzold (1978): 145 ss.]. Una importante nueva fuente para evaluar el progreso de sus conocimientos son también los 24 cuadernos londinenses de extractos y anotaciones escritos entre agosto de 1850 y enero de 1853. Marx se dedicó en ese periodo al estudio de dos teorías distintas y contrapuestas del dinero: el Currency Principle y la Banking School. Utilizó distintos argumentos de la segunda, aunque de modo crítico, para superar la posición de la primera, atacando sobre todo la teoría cuantitativa del dinero. [10]
Al final de una larga pausa ocurrida entre 1853 y 1857 en la que no se ocupó directamente de teoría económica, Marx inició la redacción del primer gran manuscrito total de la teoría del capital, llamada Grundrisse. Por primera vez, entre 1857 y 1858, Marx esbozó casi en su totalidad la teoría del modo de producción capitalista. Escrita esta obra, decidió presentar una primera parte de los resultados bajo el título Para la crítica de la economía política, publicado en 1859. Hay un interesante manuscrito preparatorio conocido como Urtext. La publicación, que contenía la exposición de argumentos que después serían recuperados en los primeros tres capítulos de El Capital, debería haber sido seguida por la exposición del “Capital en general”. En 1861, Marx inició la redacción pero, junto con la exposición histórica de la teoría de la plusvalía, comenzó una “digresión” de miles de páginas – las Teorías de la plusvalía -, seguida de otras reflexiones solo de reciente publicación. En este gran manuscrito (1861/63), Marx redacta por segunda vez la completa teoría del modo de producción capitalista, llegando a concebir el proyecto definitivo de los tres libros en base al cual escribiría, entre 1863 y 1865, todo por tercera vez. [11]
En 1867 apareció la primera edición alemana de El Capital, de la que el autor se mostró inmediatamente insatisfecho, de modo particular por la doble exposición de la forma de valor, una en el texto y otra en el apéndice para “no dialécticos”. Así comenzó una nueva y problemática historia, interna al libro I, única parte de la teoría efectivamente publicada por Marx. Para la segunda edición alemana, aparecida en 1872, fue redactado un manuscrito donde se elaboraron varias mejoras de gran importancia publicadas por primera vez en la MEGA², sección II, vol. 6, bajo el título editorial de Ergänzungen und Veränderungen zum ersten Band des Kapitals; [12] sirvió separadamente de soporte para las correcciones aportadas a la segunda edición alemana y a la edición francesa aparecida entre 1872 y 1875. Dado que la traducción francesa de Roy, aprobada por Marx, fue considerada por los modernos exégetas como absolutamente inadecuada, emergen ulteriores dificultades: Marx murió antes de dar a la imprenta la tercera edición alemana de 1883, que salió a cargo de Engels y cuya intervención fue parcialmente selectiva. La última versión enteramente marxiana es, por tanto, una traducción francesa muy imperfecta. [14] El mismo primer libro, al haber sido publicado en vida por su autor en varias versiones, no es “del todo definitivo”. [15]
Si una relativa incompletitud existe respecto del libro I, el discurso se vuelve todavía más complejo para el II y sobre todo el III, que se hallaban en un estado de elaboración muy deficitario. El Capital se quedó en un busto. [16] Para llevar a la imprenta una obra completa, Engels debió inevitablemente añadir algo de su parte y, entre limaduras, añadiduras y resistematizaciones, fue inevitablemente alterada. [17] Es fundamentalmente incorrecta la idea de que exista una obra finalizada en tres volúmenes titulada El Capital. Para el libro II, el “segundo violín” disponía de ocho manuscritos, para el III, además del de 1863/65, tenía solo exposiciones parciales, pero nunca una recuperación orgánica de la cuestión. Por supuesto, Marx había delineado la estructura general a partir de 1863/65 y tenía mucho material preparatorio. Trabajó a intervalos en el libro II en los periodos 1867/68, 1868/70 y 1877/81. Para el III tenía un manuscrito principal redactado en 1864/65 y una posterior serie de reposiciones parciales escritas hasta 1878. Faltaba algo más que algunos “acabados”. Así, según los materiales recibidos, el orden de publicación de los tres libros “históricos” del Capital es inverso al orden de elaboración.
Mirando hacia atrás podríamos individuar dos periodos del trabajo marxiano sobre El Capital. El primer periodo es aquel que precede a 1857, en el que Marx se deja la piel estudiando a los clásicos de la economía política, elaborando una noción embrionaria de la dialéctica de fuerzas productivas y relaciones de producción, criticando la falsa crítica (Proudhon) y tratando de explicar la realidad razonando sobre aquello que se manifiesta en la superficie: la tempestad monetaria. El segundo periodo se inicia en 1857 y es el de la construcción del modelo teórico del “capital”, que se articula, a su vez, en cuatro fases cronológicamente sucesivas: los manuscritos de 1857/58, los manuscritos de 1861/63, los manuscritos de 1863/65, y el periodo que inicia en 1867. Esta última fase se desarrolla en tres direcciones entretejidas: publicación y reelaboración del libro I de El Capital (manuscrito Ergänzungen…, II ed. alemana, ed. francesa, materiales para la III edición alemana y para la estadounidense nunca realizada); manuscritos para el libro II; manuscritos para el libro III.
3. El capital, la dialéctica y Hegel
En la Introducción a Ripartire da Marx, como premisa general pero más específica, buscaba aclarar el contexto en el que se coloca el análisis de la relación Marx/Hegel. Sobre el contenido de la teoría del capital, a la luz del estudio filológico, se puede sostener que consiste en un modelo lógico, a un alto nivel de abstracción, del funcionamiento “histórico/natural” del modo de producción capitalista. No se trata de una descripción del capitalismo del siglo XIX o simplemente de una teoría económica en el sentido corriente; no es, tampoco, una filosofía de la historia en el peor sentido del término, con el cual se designaría un curso “natural” de los eventos que culminarían en una especie de paraíso terrestre. Marx busca, más bien, identificar las leyes de movimiento de la formación económico-social capitalista en su conjunto, un modelo unitario en el que se defina a la vez lo que significa sociedad, hombre, historia, naturaleza, y así sucesivamente. Si tenemos fe en la constantemente repetida afirmación del mismo Marx, el método adoptado en su teoría es el dialéctico. Y, por otra parte, siempre a su modo de ver, Hegel es el autor que ha mostrado más adecuadamente las leyes generales de la dialéctica, aunque las rodease de un envoltorio místico. Así se presenta el problema de la lógica dialéctica de la teoría marxiana del capital, del método.
Mucho se ha discutido sobre el argumento; vivo el mismo autor, se le elogiaba o atacaba afirmando el mayor o menor rigor dialéctico. Tiempo después se debatió largamente, y desde diversos puntos de vista, sobre la tentativa, de una parte, de construir una filosofía materialista (materialismo dialéctico y materialismo histórico), y, de la otra, de dilucidar la relación con Hegel, así como de mostrar el desarrollo interno de la teoría de Marx y de su estructura (es célebre el problema de la contradicción, verdadera o presunta, entre el I y el III libro de El Capital). Debido a que la cuestión del método dialéctico no es divisible de aquella que hace referencia a la relación con Hegel – por la forma misma en la que fue establecida por el autor –, resulta comprensible la constante mención al filósofo de Stoccarda, en positivo y en negativo, y la separación de diversas “escuelas” sobre este punto. Podemos afirmar que no hemos llegado a conclusiones consensuadas, aunque sí se han desarrollado posiciones antitéticas en las que el método marxiano ha sido a veces dialéctico/hegeliano, dialéctico/anti-hegeliano, antidialéctico-antihegeliano/empirista, y se podría continuar. Además de insatisfacción, tanta diversidad ha provocado una comprensible confusión. Desde este punto muerto, en mi opinión, tan solo busco aclarar los términos del discurso, evitando así toda la serie de malentendidos que, sin duda, han contribuido a la proliferación de posiciones tan distantes.
A mi modo de ver, el punto crucial es que la ambigüedad no emerge tan solo del modo en que se lee a Marx, sino que se origina en la manera en la que el mismo Marx se relaciona con el problema del método (y con Hegel como autor de referencia). Las perspectivas interpretativas surgidas gracias a la publicación de la nueva edición histórico-crítica (MEGA²) abren nuevos horizontes (como mínimo por cuanto respecta a la periodización, tal y como se ha visto). La existencia de una estratificación interna ha sido definitivamente reconocida por lo que respecta a Hegel: se han identificado sustancialmente dos lecturas, la primera, juvenil, directamente influenciada por la izquierda hegeliana y el clima cultural de Vormäz; la segunda, aparecida en 1857, periodo en el que Marx escribe el primer bosquejo general de la teoría del modo de producción capitalista; Marx afirma que releer la Ciencia de la lógica le fue de gran ayuda por cuanto respecta al método [cfr. Carta a Engels del 16 de enero 1857].
La primera lectura ha sido, a su vez, fuente de diversos enfoques. Quien ha preferido subrayar la ruptura y la toma de distancia respecto de la filosofía idealista se ha basado principalmente en laCrítica de la filosofía del estado de Hegel del ’43; Marx ajustaría aquí definitivamente cuentas con Hegel y sucesivamente no cambiaría de opinión (posición oficial en los países soviéticos, della Volpe y su escuela). [18] Según otros, en realidad en este periodo (sobre todo en losManuscritos económico-filosóficos del ’44) Marx desarrollaría de modo innovador algunos elementos “idealistas” de Hegel, transfigurándolos de forma nueva y progresiva sobre la base de la centralidad del original concepto de “trabajo”. [19] Según otros, a su vez, este mismo posicionamiento, a pesar de las correcciones, socavaría los fundamentos teóricos del periodo juvenil de Marx, que seguiría siendo esencialmente idealista; fundamentos que serían afortunadamente abandonados sucesivamente, tras la ruptura de La ideología alemana con la antropología de Feuerbach; tras esta experiencia, Marx se alejaría de un enfoque hegeliano para siempre. [20]
Sobre la base de los escritos juveniles se sostiene (i) la divergencia substancial entre las dos filosofías (materialismo contra idealismo, inversión de sujeto y objeto), (ii) la continuidad en positivo (Hegel corregido, es decir, dialéctica de extrañación/alienación como momento de la teoría del trabajo), (iii) la continuidad en negativo (este Hegel todavía permanece como “mal” idealista, posición superada con la crítica de Feuerbach y abandono sucesivo del idealismo). Mucho ha pesado en la discusión el juicio de Althusser, en base al cual el Marx joven sería filósofo (dialéctico y hegeliano), mientras que el maduro sería científico porque abandona la filosofía (es decir, a Hegel y a la dialéctica).
Quienes quisieron privilegiar la segunda lectura de 1857 quisieron subrayar la continuidad principalmente en relación a la cuestión del método dialéctico, mostrando en concreto como Marx, mayoritariamente en los Grundrisse, lo habría efectivamente aplicado. Por supuesto, queda por explicar en estos enfoques la cuestión de la diferenciación “materialista”, de la célebre “inversión”: incluso si en la teoría marxiana fuese vigente el Übersichhinausgehen, queda por demostrar en qué se diferencia del hegeliano. La llamada escuela logicista, vinculada a los nombres de Backhaus y Reichelt, no me parece haber superado este punto, aunque aportó contribuciones indispensables para la reconstrucción de la dialéctica del concepto de capital y de la forma de valor. [21]
A la luz de tales premisas y con la especificación de estas, mi mencionado estudio sobre el plano del trabajo se articulaba del modo siguiente: en primer lugar, reconstruir la dialéctica del concepto de capital para comprender la estructura de la teoría del modo de producción capitalista como premisa necesaria al análisis de la relación Marx/Hegel o a cualquier discurso sobre el método dialéctico. Hecho esto, queda, en primer lugar, evaluar la comprensión que Marx tenía de la filosofía hegeliana, considerando particularmente la mediación operada en este sentido por las distintas corrientes de la llamada izquierda hegeliana. En segundo lugar, se trata de ver en qué medida esta comprensión efectivamente corresponda o no a la teoría hegeliana. En tercer lugar, se puede evaluar que la relación exista entre las categorías dialécticas usadas por Marx y aquellas hegelianas.
Cumplí, en el estudio mencionado, el paso preliminar, es decir, el estudio de la “lógica peculiar del objeto peculiar” [22] capital, mostrando cómo la dialéctica interna al concepto de mercancía es la que determina el desarrollo completo de la teoría, en plena conformidad con el principio hegeliano de la Auslegung der Sache selbst: no es una aplicación extrínseca de las categorías hegelianas, sino el desarrollo del contenido y, por lo tanto, la consistencia de los principios de su enseñanza metódica. En este sentido, me he dedicado a las otras dos cuestiones, profundizando en diversos aspectos del detalle. Veamos ahora las partes y el tema.
4. Tesis y estructura del libro
En el análisis tradicional del método marxiano (definido por contraposición al de Hegel), el límite de fondo creo que ha consistido en no ir más allá de la óptica interpretativa de Marx. Intento decir que muchos de los exégetas que han lidiado con la compleja cuestión no han avanzado más allá del punto de vista del Moro, no han creído que debiesen discutir críticamente la comprensión que él tenía del problema. Así, su interpretación de Hegel ha sido vinculante, se tomó por buena para siempre, sin sentir la necesidad de probar su consistencia. Dado que Marx definió entonces su propio método en contraposición al de Hegel, tal deficiencia ha pesado mucho sobre la reconstrucción del método propiamente marxiano. En substancia, se puede por ello trazar como hipótesis que la comprensión marxiana de Hegel, y los comentarios sobre su propio método, se pierden en una mala interpretación de la filosofía de este último que derivaba en Marx de su formación en la izquierda hegeliana. Para aclarar qué es el “método materialista” de Marx son necesarios una serie de pasos que en el debate tradicional se han resuelto solo parcialmente, nunca de modo orgánico ni satisfactorio (o incluso explícito). Me esforzaré, en el primer capítulo, por reconstruir la comprensión marxiana de Hegel en el desarrollo de su pensamiento y de valorar su consistencia. Primeramente, resulta necesario:
  1. Aclarar qué pretende Marx cuando habla de Hegel y del método dialéctico. Se procederá a un análisis profundo que aclare qué cambia en su análisis de madurez (tras 1857) respecto del juvenil;
  2. Ver dónde se origina la interpretación marxiana de Hegel, sobre todo por cuando respecta a las categorías centrales a las que de joven atribuía gran valor (es decir Entäußerung y Entfremdung). Se indicará cómo el ambiente de la izquierda hegeliana fue decisivo para filtrar estos conceptos y el modo de enfocar a Hegel en general;
  3. Mostrar cómo esta interpretación del joven Marx no encuentra confirmación en los textos de Hegel, es decir que representa una distorsión substancial que, por ciertos aspectos, pesará siempre en la comprensión marxiana del “maestro” y del problema del método.
Esclarecidos los términos de la relación Marx/Hegel, en el segundo capítulo será posible retomar una cuestión clásica – la teoría de la Alienación – y dar un juicio más circunstancial: por una parte, reconstruir el papel categorial que esta opera en la obra marxiana a lo largo de su desarrollo, por otra, tendré en cuenta algunos aspectos del debate en torno a esta que se han desarrollado.
A la luz de estos resultados se podrá desarrollar alguna reflexión sobre la presencia de la dialéctica en Marx y sobre la relación entre esta dialéctica y la hegeliana, más allá de la impostación marxiana del problema.
Traducción para Marxismo Crítico de Cristina García
Notas:
[1] He analizado más profundamente la cuestión en Fineschi (2003), al cual me remito.
[2] Cfr. Haupt (1978): 292 ss. Ver también Favili (1996), Corradi (2005).
[3] Para información detallada sobre la MEGA, ver Mazzone (2002a); esta es la publicación en la que la edición y los temas relacionados con la MEGA se tratan más profundamente. Para una panorámica de la situación internacional después del “colapso” ver Hecker (1999), para otras actualizaciones ver Fineschi, Sylvers (2003). Sobre la historia de la MEGA y de la edición de la obra de Marx y Engels están apareciendo en alemán interesantes publicaciones, en la redacción de las cuales se ha podido tener en cuenta también los nuevos materiales emergidos de los archivos hasta ahora inaccesibles. Ver, en particular, los Sonderbände de los “Beiträge zur Marx-Engels-Forschung. Neue Folge”. Por el momento, en Argument, Berlín-Hamburgo, han aparecido 4 títulos: David Borjsovic Rjazanov und die erste MEGA (1997), Erfolgreiche Kooperation: Das Frankfurt Institut für Sozialforschung und das Moskauer Marx-Engels-Institut (1924-1928) (2000), Stalinismus und das Ende der ersten Marx-Engels-Gesamtausgabe (1931-1941) (2001) y Die Marx-Engels-Werkausgaben in der UsDDR und DDR (1945-1968) (2006).
[4] Los estudios sobre el tema son numerosos, sistemáticos y de buen nivel; entre ellos, mencionamos a Rosdolsky (1968), Vygodski (1967), Mandel (1967), Tuchscheerer (1968), Müller (1978), W. Schwarz (1978).
[5] Con lo afirmado no pretendo tomar posición a favor de la célebre “ruptura epistemológica” de Althusser, del cual me separan diversos elementos, ya sea en el modo de leer Hegel o en el de interpretar la continuidad/discontinuidad entre obras juveniles y de madurez. Lo que me parece indudablemente justo es definir como “obras de la madurez” aquellas posteriores a 1857 [cfr. Althusser (1967): 14 ss.].
[6] Golovina (1979): 260 ss. Recientemente ha aparecido el primer número de la nueva revista oficial de la MEGA – el “Marx-Engels-Jahrbuch” 2004, Berlín 2005, que sustituirá la cerrada “MEGA-Studien” – dedicada completamente a la labor preparatoria del MEGA-Band que contendrá La ideología alemana. Estos temas serán retomados.
[7] Tuchscheerer (1968): 194 s.; citación interna de La ideología alemana. Sobre esta posición convienen otros estudiosos: Jahn, Nietzold (1978): 149 ss. E Jahn, Noske (1979): 21 s.
[8] Ver el mismo Tuchscheerer (1968): 222 ss., 283 ss., y otras fundamentales contribuciones de Vygodski (1967), (1976), así como toda la discusión sobre los cuadernos londinenses del periodo 1850-3: Müller (1978), Antonowa (1986) y Jahn, Noske (1979), Id. (1983).
[9] Sobre los límites de tales interpretaciones y sobre La ideología alemana en particular, ver Cazzaniga (1981): 33 ss., 51 ss. Considerado de poca importancia por los filólogos, Trabajo asalariado y capital; sobre este punto ver al detalle Vygodski (1983). Por lo que respecta alManifiesto comunista, creo que la importancia filosófica y científica de este texto está sobrevalorada, porque a menudo se olvida que esto es un manifiesto político. Comparto en substancia el juicio que dio A. Labriola en esta nota: “Pero el escrito que fue el Manifiesto…fue un sedimento de pensamientos varios reducidos por primera vez a la unidad intuitiva de un sistema…pero no fue, ni pretendió ser, ni el códice del socialismo, ni el catecismo del comunismo crítico, ni el vademecum de la revolución proletaria…El comunismo crítico, en realidad, comenzó apenas con el Manifiesto; debía desarrollarse, y de hecho se ha desarrollado…La totalidad de la doctrina que ahora es sólida y se llama Marxismo no llegó a la madurez sino en los años ’60 y ‘70” [Labriola (1977): 31 s.].
[10] No son muchos los estudios dedicados al tema. Podemos consultar el n. 8 y 9 de “Arbeitsblätter zur Marx-Engels-Forschung” (Halle, 1979) y las contribuciones de B. Arhold, H. Christ, R. Heliborn, K. Stude, M. Zimmermann. Los temas son retomados posteriormente en estudios de carácter general, entre los que se hallan W. Jahn y D. Noske en “Marx-Engels-Jahrbuch” (vieja serie) n. 6.
[11] Sobre la desaparición de la categoría de “capital en general” en los siguientes borradores se ha discutido mucho. Además del citado Vygodski, véanse las importantes reflexiones de M. Müller (1978) y W. Scwharz (1978). Véase también Fineschi (2001): 187 ss.
[12] En breves aparecerá una traducción italiana en la Ciudad del Sol de Nápoles, en anexo a una nueva edición del libro I de El Capital. En esta edición, con el apoyo del Instituto Italiano para los Estudios Filosóficos y el consenso de los Editori Riuniti, será retomada la publicación de las Obras Completas de Marx y Engels de las cuales dicho volumen formará parte.
[13] Sobre la mala calidad de la traducción francesa existe ahora una cierta convergencia entre varios estudiosos. Véanse los comentarios de D’Hondt, (1978): 50 (trad. RF): “Este libro ha sido traducido, en vida de Marx, por Joseph Roy; esta traducción es palpablemente con lagunas, arbitraria, constantemente y profundamente errónea…Si se compara la traducción de Joseph Roy y la segunda edición alemana del Capital…se ve que sería grotesco tomar en serio la satisfacción de Marx…”; además de la introducción de Jean-Pierre Lefebvre a la nueva traducción francesa del Capital [Lefebvre (1993): VII-LI]. Considerándola mejor en relación al tratamiento de la acumulación, sobre todo, Marx y Engels la consideraron una óptima edición como traducción. Esto es lo que surgió del debate entre los editores de las diversas ediciones del libro I del Capital en la MEGA durante los años ochenta; ver en particular Hecker, Hues, Kopf (1989). A modo de ejemplo de tal insuficiencia, basado en el compendio del Capital de Cafiero que se basaba en la edición francesa, ver Fineschi, Hecker (2002): 121 ss.
[14] Engels editó después la edición inglesa (republicada en MEGA² sección II, vol. 9) y la cuarta alemana (MEGA² sección II, vol. 10). Sobre la historia interna de las diversas ediciones del libro I, ver, entre muchos, los sabios Hecker (1987): 147 ss. Y Jungnickel (1988).
[15] Esto sigue causando incongruencias un poco ridículas, por lo que los lectores de lengua francesa e inglesa tienen un índice distinto de los alemanes (y de todos aquellos que tienen traducciones del alemán, donde el texto estándar es la cuarta edición alemana engelsiana de 1890). Hablando del “V capítulo”, por ejemplo, no se entienden las mismas cosas. La última edición francesa, a cargo de Lefevre, basada en la cuarta edición alemana y no en la de Roy, al menos en este aspecto ha resuelto el problema.
[16] Según R. Hecker “de una detallada comparación textual de la versión impresa con el manuscrito marxiano emerge un entero catálogo de intervenciones de Engels, entre las cuales: intervenciones en el orden del texto, reconsideración del “peso” de algunos pasajes, por ejemplo, conversión de notas al pie en texto normal, adjuntos, historizaciones, omisiones, cancelaciones y limaduras, como por ejemplo la creación de párrafos, expresiones retóricas, adjuntos relativos y, en fin, correcciones de contenido, terminológico y estilístico. Este examen también ha mostrado la existencia de una amplia serie de modificaciones textuales, resultando ser mucho mayores que aquellas que ya se conocían en precedentes publicaciones” [Hecker (2002): 65].
[17] Con esto no se pretende, de ningún modo, cargar a Engels con una cruz, como el fantasmático inventor del marxismo vs el Marx “puro”. Se afirma simplemente que cualquiera que pretendiese meter sus manos en aquellos manuscritos para publicarlos hubiese debido “terminarlos” de algún modo. Hoy, podemos leer los originales y valorar, de una parte, la labor de Marx y, de otra, la de Engels.
[18] Cfr. Della Volpe (1969); ver también el debate reconstruido en Fineschi (2002b): 93 ss.
[19] Ver Mészáros (1970). Para una interpretación de corte existencialista, ver Hyppolite (1963). El concepto de trabajo conectado con el de Alienación es central también en la interpretación de Lukács (1975).
[20] Es la conocida tesis de Althusser (1967).
[21] Cfr. Reichelt (1970) y Backhaus (1997). Para una reconstrucción un poco más profunda, desde otras posiciones, ver Heinrich (1999): 163 ss. En varios juicios formulados por Heinrich en respuesta a las (presuntas, a mi parecer) aporías marxianas, sobre todo relativas al valor y al trabajo abstracto, discrepo más o menos radicalmente. Estas posiciones, sin embargo, obtuvieron cierto seguimiento, incluyendo al mismo Reichelt, que ha terminado aceptando algunas de las más substanciales; él trató de superar algunas aporías con una teoría de la “Geltung” de la que se discute todavía en Alemania. Cfr. Reichelt (2002).
[22] Es esta la célebre expresión usada por Marx en el manuscrito sobre la crítica de la filosofía hegeliana del derecho de 1843, sobre la que se volverá enseguida. Prefiero equiparar “eigentümlich” a “peculiar” que a “específico” porque, en primer lugar, es mejor como traducción (“específico” por lo general se traduce como “spezifisch”), pero también porque el término retorna a menudo en Marx, por ejemplo en el célebre pasaje del I capítulo de El Capital a propósito de la “peculiaridad” de la forma de equivalente.
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“Marx y Hegel. Contribuciones a una relectura”: Roberto Fineschi

Índice
Introducción
  1. Premisa. 1
  2. Por una periodización del pensamiento marxiano. 4
  3. El capital, la dialéctica y Hegel. 12
  4. Tesis y estructura del libro. 17

Primer capítulo
Hegel según Marx
    1. Las dos lecturas. 21
      1. La primera lectura. 21
        1. La interpretación marxiana de Hegel entre el ’43 y el ’44. 23
        2. La “corrección” de Hegel entre el ’43 y el ’44. 30
        3. El avance (a medias) de la Ideología alemana. 34
        4. Entre la Ideología alemana y la segunda lectura. 39
      2. La segunda lectura. 42
        1. La Introducción a los Grundrisse. 43
        2. El Epílogo a la segunda edición alemana del libro primero de El Capital. 49
        3. Otros pasajes relevantes: una comparación entre antes y después del ’53. 53
      3. Resumen. 59
    2. Algunas fuentes de la interpretación marxiana de Hegel. 65
      1. Bruno Bauer. 66
      2. Feuerbach. 70
      3. Algunas consideraciones. 75
    3. Hegel según Hegel. 79
      1. Autoconsciencia y objeto. “Anstoß”. 80
      2. Alienación (Entäußerung) y Extrañación (Entfremdung). 87
      3. Inversión (Verkehrung). 98
Conclusión. 106
Segundo capítulo
Trabajo / trabajo alienado / alienación
Niveles lógicos y Entstehungsgeschichte del concepto de “trabajo” entre Marx y el marxismo
2.1 Los textos marxianos. 117
2.1.1 Marx crítico de la antropología. 117
2.1.2 Marx teórico de la Alienación. 123
2.1.3 Dos teorías irreconciliables de la historia. 131
2.1.4 Aporías. 137
2.2 Divagaciones sobre el debate y las aporías de la Alienación. 149
2.2.1 El “trabajo” y sus niveles lógicos. Lukács. 150
2.2.2 Alienación y fetichismo. 154
2.2.3 ¿Inversión o inversiones? Colletti. 156
2.2.4 ¿Qué Hegel? Althusser. 161
2.2.5 Sobre la reflexión metodológica de Galvano della Volpe. 164

Tercer capítulo 
Por la relación Marx/Hegel más allá de la comprensión de Marx
Introducción. 167
3.1 Reflexiones sobre el método. 175
3.1.1 Comprensión racional e intelectual. 175
3.1.2 Sobre el modo de investigación. 184
3.1.3 La conclusión de El Capital. 187
3.1.3.1 El fin y el comienzo. Círculo de círculos. 188
3.1.3.2 Por qué Marx no terminó El Capital. 191
3.1.4 Los límites del método. 193
3.2 Estructuras conceptuales específicas y analogías. 200
3.2.1  Mercancía, oposición y contradicción. 200
3.2.2 Procesión del capital y del concepto. 212
3.2.3 “Lógico” e “histórico”. 215
3.2.4  “Presupuesto” y “presupuesto-puesto”. 221
3.2.5 “Capital devenido” y “capital que deviene”. 225
3.2.6 Esencia, fenómeno, apariencia. 228
3.3 Lógica particular y lógica general. 231

Nota marginal. 238
Inversión de Hegel y Praxis. 238
Conclusión. 245
Bibliografía.
Artículo Completo en pdf: Marx y Hegel – Fineschi
El libro se puede adquirir en: http://www.carocci.it/

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