Friday 21 September 2012

“El Adiós de un gramsciano: Carlos Nelson Coutinho (1943-2012)”


Fonte: 

http://marxismocritico.com/2012/09/21/el-adios-de-un-gramsciano/


“El Adiós de un gramsciano: Carlos Nelson Coutinho (1943-2012)”



Con enorme pesar, hoy hemos recibido la noticia de la muerte de Carlos Nelson Coutinho. Comunista en su sentido más profundo, militante de izquierdas varias, marxista riguroso, entrañable persona y cálido amigo…
Nacido en 1943 en Bahía, fue hasta el año pasado profesor titular de Teoría Política en la Universidad Federal de Río de Janeiro.
Fue reconocido internacionalmente como uno de los mayores especialistas en el pensamiento de Antonio Gramsci, del que fue  traductor en su país.
Entre sus múltiples obras destacan, en español: El estructuralismo y la miseria de la razón (Era, 1973), Introducción a Gramsci (Era, 1986) y Cultura e ideología en Brasil (Casa de las Américas, 1986).
El año pasado (2011), en Chile, salió publicado su libro “Marxismo y política. La dualidad de poderes y otros ensayos
Les comparto aquí, como pequeño homenaje personal, la reproducción de una de sus últimas entrevistas.

Carlos Nelson Coutinho / “El marxismo es actual en cuanto a la interpretación de la realidad”

 Investigador del Centro de Filosofía y Ciencias Humanas y de la Escuela de Servicio Social de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, Carlos Nelson Coutinho es un destacado marxista, considerado uno de los principales conocedores de la obra de Antonio Gramsci y también un especialista en el filósofo húngaro Gyorgy Lukács, con quien mantuvo contacto hasta poco antes de su muerte. | HERNÁN SOTO.*
Ha tenido, al mismo tiempo, activa vida militante en partidos de izquierda. Visitó Chile con motivo del seminario Marx en el siglo XXI. ¿Vigencia del (los) marxismo(s)?. Es autor de numerosos libros que van desde la ciencia política a la crítica literaria, entre los que se han traducido al castellano destacan El estructuralismo y la miseria de la razón, Introducción a Gramsci y, ahora, “Marxismo y política”, publicado por LOM, que fue presentado durante su participación en el encuentro.

—¿Qué destaca usted del marxismo hoy?

—Destaco su amplitud y flexibilidad. Su teoría económica es de evidente actualidad, desde antes del Manifiesto Comunista  que anticipó la mundialización del capitalismo y por ende la globalización actual, hasta llegar a sus planteamientos sobre las crisis. Sin embargo, el marxismo no es algo que se pueda dividir, dado su carácter unitario. Si bien la división entre materialismo histórico y materialismo dialéctico parece superada, sus contenidos se integran en el marxismo verdaderamente creador.

“A mi juicio, todo el marxismo es actual en cuanto a la interpretación de la realidad desde el punto de vista de la totalidad, especialmente cuando el llamado postmodernismo postula abandonar las grandes narrativas para concentrarse solamente en casos puntuales. Para el marxismo la idea de totalidad es el centro metodológico fundamental. Igualmente me parece relevante el método creado por Marx”.



—Y a este respecto, usted plantea que el ateísmo, en la visión materialista, podía considerarse una parte prescindible del marxismo, como lo demuestra la Teología de la Liberación que concilia partes del cristianismo con elementos del marxismo en una síntesis muy valiosa.

—Sí y no. La Teología de la Liberación fue muy fuerte en Brasil y ha decaído actualmente. Ha sido y es muy importante, porque abre vías de entendimiento entre sectores progresistas de la sociedad. Con todo, pienso que si uno es consecuentemente marxista, también es ateo. Sin embargo, hago una salvedad: la palabra ‘ateísmo’ tiene para mí un sentido negativo que confunde, porque el marxismo es una posición afirmativa de la inmanencia del hombre, de su autonomía, de su capacidad de transformar la realidad sin la intervención de fuerzas no terrenales.

“Gramsci decía que el marxismo era un humanismo absoluto y también un historicismo absoluto”.



—Dentro de esa concepción amplia, ¿qué carácter tienen las llamadas leyes históricas?

—Todas las supuestas leyes absolutas en el campo social tienen carácter tendencial, pueden o no pueden cumplirse. Algunos han visto en el discurso de Engels con ocasión de la muerte de Marx una asimilación entre las leyes naturales y las leyes de la sociedad. Es una analogía complicada. Llevó a Karl Kautsky a una confusión entre Darwin y Marx.

“El método científico en las ciencias naturales es distinto del método en las ciencias sociales. Para mí, la esencia del método de Marx reside en su capacidad de revisión. No se trata del revisionismo liquidacionista de Bernstein, pero si pensamos, por ejemplo, en Lenin, Lenin revisó el marxismo. Marx sostenía que la revolución proletaria comenzaría en los países capitalistas desarrollados, especialmente en Alemania. Lenin postuló en cambio que la revolución se produciría en el eslabón más débil del sistema.

“Gramsci ha desarrollado una teoría del Estado y la revolución de acuerdo a las nuevas exigencias de la realidad. Lo único ortodoxo en el marxismo puede decirse que es el método. Y de acuerdo a eso, podemos y debemos abandonar muchas afirmaciones concretas hechas a lo largo de más de 150 años, cuando ni siquiera existían muchas de las cosas que hoy constituyen nuestra realidad, lo que exige un esfuerzo a fondo por entender y actuar.
“Mariátegui ya lo dijo: el socialismo en Indoamérica no puede ser ni calco ni copia, sino creación original”.



—¿No hay en el marxismo un cierto eurocentrismo, que lleva a prestar poca atención a revolucionarios de otras procedencias?

—Eso es verdad. Aunque recurro de nuevo a Mariátegui, que decía que el mayor y más fructífero aprendizaje lo había hecho en Europa y que sin las ideas occidentales y europeas no habría podido pensar en Indoamérica.

“Reitero que usted tiene razón y creo que es más importante ahora, en que se plantea con tanta fuerza el tema de la multiculturalidad. En América Latina es algo determinante. En Brasil, el 50% de la población es blanca y el otro 50% no es blanco.

“El continente tiene tres raíces centrales. Blanca, negra e indígena. Además en ciertas zonas hay presencia fuerte de indios (de la India) y también de chinos. En muy pocos países no hay negros, pero sí hay indígenas. En todo caso, ese es un tema crucial que va adquiriendo creciente fuerza. El multiculturalismo tiene el riesgo de la disolución de las luchas en áreas parciales, que hacen perder de vista la dimensión general de la lucha. Y esto que vale para el multiculturalismo, vale también y más, para la existencia y acción de los movimientos sociales. Allí también se evidencia la necesidad de una ideología integradora, que destaca la importancia de la política y los partidos.

“Todavía hoy el partido político toma las demandas de los distintos sectores, les da dimensión general y eventualmente propone soluciones articuladas dentro del contexto general de la sociedad. Por lo tanto, la forma partido todavía resulta esencial para evitar la fragmentación que puede producirse, y asegurar la permanencia o continuidad en el desarrollo y crecimiento de las demandas y necesidades sectoriales”.



Gramsci en Brasil

—¿Cómo se introdujo Gramsci en el marxismo de Brasil?

—Gramsci llega al Partido Comunista de Brasil, que era permeable a las ideas del teórico italiano, lo que explica que haya sido un proceso rápido. Sin embargo, el PC brasileño dejó de ser hegemónico en la izquierda en los años sesentas. Diversos intelectuales, entre ellos yo, hicimos el esfuerzo interno, pero chocamos con la dirección partidaria. A comienzos de los 80 fuimos acusados de eurocomunistas y dejamos el PC.

“Yo ingresé al PT, que tenía una fuerte corriente de izquierda. Cuando el PT puso en práctica una política neoliberal, especialmente en los dos gobiernos de Lula, que siguió el curso de Fernando Henrique Cardoso salvo una política social asistencialista que le dio gran apoyo popular, nos retiramos y fundamos un pequeño partido: Socialismo y libertad, que tiene, con todo, tres diputados. La vida para los partidos de Izquierda no es fácil hoy día en Brasil, por la gran influencia que tiene el PT en los movimientos sociales. Nosotros ligamos el socialismo y la libertad, que nos parecen indisolubles.

“Pero volvamos a Gramsci. No hay duda que fue un gran pensador y un notable ser humano. Su pensamiento hoy parece más vigente que antes. Especialmente en los países centrales y en los más integrados a la globalización. En esos países es mucho más difícil —o derechamente imposible— una revolución armada.

“El Partido Comunista italiano comprendió rápidamente la necesidad de cambiar la estrategia revolucionaria en los países desarrollados democráticos, esos países que Gramsci llama ‘occidentales’ (no propiamente en sentido geográfico), antes que en los países ‘orientales’, donde es muy difícil imaginar formas de lucha que no sean armadas, como ocurre, por ejemplo, en los países árabes, donde no hay una sociedad civil fuerte. En el conocimiento y difusión de la obra de Gramsci tuvo un gran papel Palmiro Togliatti, que formuló la idea de la democracia progresista, es decir una base para el socialismo que se da al interior de las democracias constitucionales, a través de reformas estructurales profundas.

“Togliatti convirtió las ideas generales de Gramsci en estrategia política concreta. También han tenido mucha importancia Pietro Ingrao y Nikos Poulantzas.

“Todo esto hace más difícil explicar lo que ha sucedido en Italia. Cuando estuve viviendo en Italia, el PC tenía el 34% de la votación, que junto a los socialistas y algunos partidos pequeños superaban el 50%. Actualmente no hay un solo diputado comunista en el Parlamento. Todos los partidos de Izquierda sumados no obtienen el mínimo para acceder al Parlamento.

“Creo que hace tiempo comenzó en Italia un proceso de regresión política que ha llegado a extremos trágicos. En ese proceso regresivo ha sido muy importante la influencia de los medios. Y en cierto momento, las presiones de Estados Unidos, que temía la ruptura de la Otan, y del Vaticano, que se jugó a fondo contra la Izquierda.

“Gramsci dice que existe en el mundo la ‘pequeña política’, que se conforma con la administración de lo existente y la alternancia entre centro izquierda y centro derecha, y que también existe la ‘gran política’, que busca el cambio de estructuras, los cambios de fondo, la constitución de sujetos sociales cuya acción sea decisiva. Las cosas, sin embargo, parecen estar cambiando, pero también hay que tener presente ‘el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad’ de que hablaba Grasmci, aludiendo al realismo que debe inspirar la política”.

América Latina hoy

—¿Qué piensa de la actual situación de América Latina?

—Se trata de una coyuntura apasionante. Aunque a mediados y finales de los 70 hubo procesos muy esperanzadores en Brasil, Bolivia, Chile, Perú y Argentina, ahora es distinto. No conozco bien lo que sucede en Venezuela, Bolivia, Ecuador y en otros países, pero se trata, sin duda, de procesos más profundos y sólidos. No solamente porque son verdaderas reconstrucciones después de grandes derrotas, sino porque hay incorporación muy activa de movimientos sociales indígenas, de trabajadores y jóvenes sino, además, porque hay perspectivas socialistas.

“Los gobiernos de esos países están planteando el socialismo como cuestión de gran política. No es seguro que tengan éxito total, pero el solo hecho de postular el tema, de discutirlo, de organizar al pueblo y abrir paso a partidos nuevos es tremendamente importante, como lo hace el presidente Chávez con su proyecto de socialismo del siglo XXI.

“También la coyuntura económica favorece las transformaciones. En Perú, con el triunfo de Ollanta Humala, se abre un compás de espera, e incluso hay indicios de que pudiera tratar de seguir los pasos de Lula y el PT brasileño. Y es una situación que preocupa. Lula prometió mucho y no hizo, no digamos transformaciones socialistas, sino ni siquiera cambios modernizadores significativos, como al problema de la tierra.

“El neoliberalismo es fuerte pero no invencible. Una novedad adicional en el caso de Venezuela es que las transformaciones se dan en un país muy rico, lo que significa recursos enormes para transformaciones sociales y, sobre todo, para las bases de una economía socialista con características nuevas”.

—¿Es Brasil actualmente un imperialismo?

—A mi juicio, Brasil es un subimperialismo, en el sentido de que forma parte del sistema hegemónico del imperialismo norteamericano. Es la séptima economía del mundo y podría pasar a ser la quinta o sexta en los próximos dos o tres años. Empresas brasileñas son grandes multinacionales que actúan en América Latina y Africa. Tiene prácticamente doscientos millones de habitantes, es fuerte económicamente y tiene grandes riquezas naturales. Pero al mismo tiempo, tiene enormes debilidades derivadas del latifundio, la concentración de la riqueza y la pobreza de gran parte de la población.

“Mantiene, por otra parte, una política exterior bastante decente que viene del pasado y que se ha intensificado con Lula, porque tiene una especie de vocación de gran potencia. Que ya se notaba en la dictadura militar: Brasil fue el primer país del mundo que reconoció al gobierno marxista de Angola. Se practicaba entonces un ‘pragmatismo responsable’, porque interesaba abrir paso a inversiones en ese país. Dentro de América Latina el papel de Brasil es cada vez más importante”.



—¿Y qué piensa de China?

—Tengo una visión muy escéptica, a pesar de la presencia del Partido Comunista en el gobierno. Las políticas económicas son claramente neoliberales y hay una superexplotación de la fuerza de trabajo y una falta de democracia real. China tiene además una política exterior de gran potencia, en el sentido negativo de la palabra.

“La caída de la Unión Soviética creó una situación muy peligrosa en el mundo, en que se instaló Estados Unidos como gran potencia hegemónica, sin contradictor. Y creo que pasará un buen tiempo antes que surja una poder alternativo. Si existiera la Unión Soviética, es muy probable que no hubiera ocurrido lo que está sucediendo en Libia. Se dice que con su poderío económico, China hará posible el socialismo. No me parece un argumento convincente”.

Apuntes marxistas

“(…) es importante recordar que jamás el socialismo ha sido tan necesario, en función de la destructividad creciente del sistema capitalista, pero al mismo tiempo tan difícil.

“Las condiciones objetivas son favorables. Las crisis del capitalismo se agudizan y cada vez más nos conducen a la barbarie. Además, gracias al extraordinario desarrollo de las fuerzas productivas, se hizo posible que, en lugar del aumento del desempleo estructural, como sucede en el capitalismo, se haga realista una propuesta de una drástica reducción de la jornada de trabajo. Y esta reducción, como nos dice Marx en El Capital, es la base del pasaje del reino de la necesidad al reino de la libertad, esto es, al comunismo (…).

“Pero son desfavorables las condiciones subjetivas. Por muchas razones, la conciencia de la necesidad del socialismo se ha debilitado fuertemente en las últimas décadas. Por un lado, el colapso del ‘socialismo real’ (…) difundió la creencia que el socialismo era una cosa del pasado.

“Pero más importante me parece el hecho de que las grandes modificaciones en el mundo del trabajo han dificultado la formación de una conciencia de clase. El sujeto revolucionario no es más sólo la clase obrera fabril, sino todos los que viven de su trabajo, creando plusvalía para el capital.

“Ciertamente es todavía un problema abierto -y un gran desafío para los marxistas- definir quién forma parte hoy del posible sujeto revolucionario”.

(De su presentación del libro Marxismo y política).



* Periodista.

En Punto Final, edición Nº 746, 11 de noviembre, 2011
Publicado en www.rebelion.org

“Publishing Marx y Engels after 1989: the fate of the MEGA”: Jürgen Rojahn


Source: 

http://marxismocritico.com/2012/09/21/publishing-marx-y-engels-after-1989-the-fate-of-the-mega-jurgen-rojahn/



“Publishing Marx y Engels after 1989: the fate of the MEGA”: Jürgen Rojahn


Introduction
After the events in the GDR in the fall of 1989 it became clear that the days of the the ruling party of the GDR, the SED, were numbered. At that time nobody expected the unification of the two German states to take place as soon as it did. However, at the end of 1989 it could be foreseen that things in the GDR would change fundamentally. Particularly, it was more than doubtful, whether the SED party institute, the Institute of Marxism-Leninism (IML) in Berlin, would continue to exist for much longer. Of course the possible disbanding of the IML as such was something one could get over. But those interested in the MEGA could not ignore the fact that, with regard to this project, the disbanding of the Berlin institute could have had fatal consequences. The IML in Berlin had published the MEGA in cooperation with the IML in Moscow. However, the main part of the work had been done B and financed B by the Berlin institute. It was pretty clear that the Moscow institute would not have been able B and probably would not even have been willing B to continue the work on the MEGA alone.
The International Institute of Social History (IISH) in Amsterdam re ceived the first may-day calls from Berlin in late December 1989. Soon afterwards both the Berlin and Moscow IML asked the IISH formally to enter into talks on how discontinuation of the MEGA could be prevented.
A similar request was addressed to the Karl Marx House of the Friedrich Ebert Foundation in Trier, in what was then West Germany. Both the IISH and the Karl Marx House agreed at once. The first talks took place in Ams terdam in the second half of January 1990. One may ask why the two IML turned specifically to the IISH and the Karl Marx House and why the latter agreed to help so quickly. To explain the reasons I have to say a few words about scholarly editions such as the MEGA, the history of the Marx-Engels archives, and the attitude of the IISH and the Karl Marx House towards the MEGA during the preceding years.
Why Collect?
Collected works of certain writers have been published in Europe since the 17th and 18th centuries, when, together with the development of arts and literature, a reading public emerged. As most scholars know from their own experience, when some time has passed by, it is rather difficult to get hold of the books and articles of a given author. Usually they were published here and there, books are out of print, journals can be found only in some libraries, in some cases only very few copies have been preserved, some works may have been published anonymously, and so on. Thus, editions of collected works have been merely a means to make the most important works of a given author available to a broad public. As far as Marx and Engels are concerned, plans for the publication of a collection of their works already emerged during their lifetime.
Some writers have been considered to be of such an importance that, rather than only a collected works, the collection of their complete works was thought worthwhile. Obviously such projects are much more ambitious: to meet the claim to completeness a lot of research is required.
Over time the demands regarding the editing of the texts increased. The texts were to be edited in a correct form, that is, in accordance with the author’s own intentions. Thus, the printed text should be compared with the author’s manuscript if such a manuscript existed. However, what to do if there are several manuscript versions re presenting various stages of the author’s work or his various attempts at finding the most adequate expression of his ideas? Or if there were several editions of a given work during the author’s lifetime and if the author himself or herself made changes in later editions? Did his or her authentic intentions manifest themselves most clearly in the original, that is, the earliest version? Or should the author’s “last will” be regarded as decisive? Usually these problems are solved by informing the reader about differences between the various versions in a so called apparatus. Editions of this type, based on thorough research into the life and work of the given author, were called scholarly (wissenschaftliche) editions.
The development of scholarly editorship was also closely connected with the emergence of a critical approach to history. From the Renaissance on, historians increasingly subscribed to the idea that true historical knowledge can only be derived from a thorough analysis of the sources. Accordingly the historian was expected, on the one hand, to be critical with regard to the sources, and on the other hand, with regard to myths, legends and ideological misre presentations of the past.2 The high regard for sources manifested itself in a growing number of publications of documents. Such publications fulfill a double function. They, too, are meant to make the texts available to a broad public. But at the same time they are meant, as it were, to open these texts up. The first aim, at least today, could be attained by photocopies, microfilm or similar means. However, to many students these copies would be of little use. Many students would not be able to understand – or even read – the texts in question. Thus, the documents are reproduced in printed form. Nevertheless the editor is expected to give all information about the original, which might be relevant from any point of view. Further, he or she is expected to give additional information facilitating the understanding of the document, for instance some information about when, by whom and for what purpose it was produced, and explanatory notes, as needed. All this should serve both of the critical aims mentioned before. That is why editions of this type are sometimes, and particularly in Germany, called historicalcritical (historisch-kritisch).

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